La piel es el órgano más extenso del ser humano y es capaz de hacernos percibir diversas sensaciones a través del tacto. Todo nuestro cuerpo está dotado de numerosas terminaciones nerviosas capaces de responder a estímulos de distinta índole ofreciéndonos así un lienzo en blanco para conformar nuestro propio mapa del placer.
Las llamadas zonas erógenas son aquéllas partes de nuestro cuerpo dotadas de una mayor receptividad, por lo que su adecuada activación puede ser altamente placentera. Aprender a estimular dichas áreas y descubrirlas en nosotros mismos resultará un interesante ejercicio que, sin duda alguna, contribuirá muy positivamente a la experiencia sexual.
La excesiva focalización genital, la falta de preámbulos o la fijación por la consecución del orgasmo durante los encuentros sexuales restringen el enorme elenco de posibilidades que nos brindan los sentidos, limitando la búsqueda del placer y acotando erróneamente el atlas de la satisfacción.
¿Te atreves a ampliar tus horizontes? En las siguientes líneas vamos a darte las claves que necesitas para empezar a pintar, pero recuerda; cada persona es un mundo, sobre gustos no hay nada escrito y lo que a alguien le encanta otro puede detestarlo. Como siempre, una buena comunicación con tu pareja será vuestra gran aliada para que juntos podáis descubrir aquello que más os complace. Preparad los pinceles… ¡comenzamos a descubrir nuestras zonas erógenas!
El mapa de las zonas erógenas
Hay mucho misterio en torno a las zonas erógenas y su ubicación. Para despojar mitos, lo primero que haremos será clasificarlas en zonas erógenas primarias y zonas erógenas secundarias para una mejor comprensión:
Las zonas erógenas primarias aludirán al área genital, área predominantemente sensible de nuestra anatomía capaz de evocar una enérgica respuesta sexual. Principalmente serán la vagina y el clítoris para la mujer y el pene en el caso del hombre.
Las zonas erógenas secundarias, harán referencia a las partes reactivas que suelen variar de una persona a otra y que constituyen un perfecto aperitivo cargado de sensualidad, capaz de enriquecer el menú de un buen encuentro sexual.
A continuación citaremos algunas de las zonas erógenas secundarias más extendidas y populares, pero ya sabes que cualquier punto de tu cuerpo puede ser susceptible al deleite. Experimenta, prueba… ¡inténtalo! Seguro que eres capaz de aumentar esta lista.
Cómo estimular las zonas erógenas
Ahora ya sabemos por dónde podemos empezar a explorar nuestras zonas erógenas, pero… ¿cómo? Muy sencillo, ¡imaginación al poder!
Este maravilloso sentido del tacto nos ofrece múltiples formas de disfrutar de él. Juega con sus innumerables cualidades; modula la presión de tus caricias, experimenta con diversas texturas, utiliza distintas temperaturas.
Para estimular las zonas erógenas, además de tu propio cuerpo, también puedes incorporar algunos objetos a tus prácticas sexuales; qué tal el suave roce de una pluma o la delicadeza de la seda, quizá quieras erizar su piel con el frío hielo o endulzar la escena con un poco de chocolate tibio sobre su cuerpo que lamerás a continuación. Suena bien, ¿verdad?
Cómo ves, las combinaciones para estimular nuestras zonas erógenas son infinitas, sólo se trata de crear un buen ambiente y sacar a relucir nuestro lado más erótico. Déjate llevar por el mapa del placer, ¿a qué estás esperando?
Tomado de: http://www.webconsultas.com/mente-y-emociones/sexologia